NOS ROBARON LA CONSTITUCIÓN: UNA REFLEXIÓN SOBRE
PODER Y PROCESOS CONSTITUYENTES
Rey A. Fernández
Liranzo
A
menudo nos preguntamos sobre la eficacia y posibilidad material de un proceso
que traiga consigo una asamblea constituyente o sencillamente una asamblea
revisora donde prime la voluntad del pueblo, ahora bien, nos preguntamos ¿Es
nuestra constitución realmente nuestra? Si la primera constitución como
República Dominicana se vio coaccionada por la presión ejercida por el poder
militar de Santana sobre los constituyentes, quien una vez proclamado como el
primer presidente constitucional del país procedió a nombrar como traidores de
la patria a los libertadores del país, se podría decir que como Estado somos
frutos de un proceso viciado desde sus inicios, incluso dos reformas en un
mismo año (1854) con un vaivén de decretos propios de una situación política inestable,
pero, rara vez se ha advertido que predomine la voluntad popular de los
sectores subordinados en el pacto social, dejando siempre a un lado el sentido
de pertenencia que debe tener el colectivo como sujeto de la creación o
revisión de la constitución.
Nuestro
panorama actual parece pedir a gritos un proceso constituyente de verdad, no un
intento de hacer nuestra una constitución de un Estado cuya realidad es
notoriamente distinta a la nuestra –como ha ocurrido con aquella pieza que
tanto alabamos-, mucho menos una reforma que evidencia la crisis del sistema
democrático porque los presuntos representantes de los constituyentes responden
a decisiones de un órgano jerárquico partidario en lugar de los ciudadanos en
el territorio que les compete representar.
Por
otro lado tal parece que la colectividad en gran medida reconoce que nuestro
sistema político-institucional carece de credibilidad y transparencia, pero no
se organiza de tal forma que pudiere ejercer su rol como sujeto en una asamblea
constituyente, en las últimas décadas diversos pueblos han recurrido a
revueltas bajo el entendido de la desobediencia civil como método de coaccionar
la voluntad de sus políticos y así lograr que se les escucharan sus reclamos y
se cubrieran sus principales necesidades, parecería que en algunas zonas de
nuestro país ocurre igual, pero no han producido los mismos cambios que en otros países por
múltiples razones, dentro de las cuales se encuentra que el llamado a la
desobediencia civil suele ser promovido por grupos populares convencionales que
utilizan las luchas de las mayorías para lucrarse, por vía de consecuencia una
manifestación que haga accionar al gobierno local no influye de manera directa
en los legisladores y en el Estado mismo; la desorganización de las masas no
permite que el descontento de las mismas pueda ser manifestado como un mandato
del Poder Constituyente al Poder Constituido, por más que las mismas estuviesen
en la plena disposición de un cambio en la estructura del Estado, esto no sería
posible sin la construcción de alternativas políticas del pueblo para el pueblo,
y esto solo es logrado con la exigencia de unificación orgánica de los sectores
que componen la nación.
Contrario
a lo que en las últimas décadas erróneamente hemos asumido, una alternativa
política hecha por y para el pueblo no puede identificarse con postura alguna
que no sea la elegida democráticamente por las mayorías, es decir, el lema de
que “Mejor malo conocido que bueno por
conocer” solo demuestra el conformismo de un pueblo que se auto-oprime, lo
que es malo se cambia y si la otra opción es mala se vuelve a cambiar, no hay
porque temer al Estado si nosotros somos quienes lo legitimamos y fijamos sus límites
con nuestra voluntad, a fin de cuentas el Poder propiamente dicho en este plano
no es más que la imposición de unos con respecto a otros. Solo de esta forma la
voluntad del Constituyente se le impone al Constituido en el régimen democrático
actual, el cual como sabemos no nace de la nada, sino que nació por la voluntad
del Constituyente, con el único objetivo de servir y poner en funcionamiento
las instituciones de lugar para materializar la efectividad de los derechos y
libertades fundamentales del colectivo, no de las minorías.
La
exclusión y desigualdad que propician el clientelismo y el “narcisismo político”
nacen especialmente de elección de posturas, criterios, opiniones y métodos
pertenecientes a aquellos con mayor poder adquisitivo de bienes y
servicios, no así al liderazgo político,
el cual lejos de nacer de una sistema electoral que funciona como máquina de
gas en automático, nace del sentido de empatía, carisma y pertenencia que
siente el pueblo hacia el discurso de aquella propuesta política de ofrecer representantes
-no gobernantes-, emanados de pueblo
mismo, en vez de personajes fabricados por la coyuntura de un momento determinado.
Sin
embargo no se debe olvidar la importancia de las crisis democráticas en el
nacimiento o reforma de una Constitución, sin estas resulta imposible que un
mensaje de liberación evidentemente censurado por las minorías llegue a las
masas, dichas crisis se convierten en una promoción gratuita que te permite
llegar al sentir del pueblo de forma más rápida y dan lugar a la elaboración de
una estrategia mediática con la cual entrar aun más en el terreno político
electoral.
Lógicamente
esto expone a la alternativa política como organización o movimiento autónomo, así
como todos sus miembros, al ataque por parte de las minorías, esencialmente en
el mundo de la globalización en la que vivimos, donde la información selectiva
y en ocasiones sacada de contexto dicha en el momento estratégico, resulta ser
un puñal en detrimento de la moral y
credibilidad de estos nobles ciudadanos, en muchos casos con represarías
propias del poder militar y político, como se advierte ha sucedido en diversas
propuestas políticas no convencionales en América latina y Europa.
El
futuro de cualquier propuesta política que se encuentre forjada en los intereses
colectivos y difusos del Pueblo Dominicano, dependerá de la tarea de educación
y concientización que realice para que el pueblo se situé como Sujeto
controlador, asumiendo su rol de Constituyente, por vía de consecuencia se
imponga al Poder ejercido por aquellos que de forma prácticamente ininterrumpida
desde nuestro inicio como Republica, por medio del control –casi absoluto- del
Estado, nos hicieron olvidar que en esta lucha de poderes mandamos nosotros, no
ellos, son nuestras condiciones, no las de ellos, son nuestros representantes
no nuestro gobernantes.
Solo
así podríamos decir “Esta constitución es
realmente nuestra”.
Ciertamente tienes razón y comparto tu opinión con relación a que la Constitución que tenemos no es realmente nuestra, pues los legisladores que nos representan no actúan en beneficio de nosotros, sino más bien, que toman decisiones que ya han sido previamente elaboradas por sus partidos políticos. Yo de manera personal siempre le he dicho a mis compañeros que si de forma más conciente los ciudadanos elegieramos a los legisladores (que se supone "conocemos" porque son parte de nuestra pueblo), el Estado Dominicano sería otro.
ResponderEliminarCiertamente tienes razón y comparto tu opinión con relación a que la Constitución que tenemos no es realmente nuestra, pues los legisladores que nos representan no actúan en beneficio de nosotros, sino más bien, que toman decisiones que ya han sido previamente elaboradas por sus partidos políticos. Yo de manera personal siempre le he dicho a mis compañeros que si de forma más conciente los ciudadanos elegieramos a los legisladores (que se supone "conocemos" porque son parte de nuestra pueblo), el Estado Dominicano sería otro.
ResponderEliminarMi querido y admirado amigo, eso que has manifestado es un conjunto de axiomas en el modus vivendi político dominicano. En ese orden de ideas, la frase de Abraham Lincoln "Un gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo" Metafora la cual ha sido en la praxis de las verdaderas Sociedades Democraticas su espinal dorsal, contrario en la República Dominicana, lo cual si se llevará a cabo dicha frase, eso sería su talón de Aquíles. Lamento decir que como dijo un presidente una vez, "Nuestra Constitución es sólo un pedazo de papel", lo cual demuestra que nuestra Ley Sustantiva será sustantivo y no verbo, como han querido que sea las autoridades que nos gobiernan.
ResponderEliminarMi querido y admirado amigo, eso que has manifestado es un conjunto de axiomas en el modus vivendi político dominicano. En ese orden de ideas, la frase de Abraham Lincoln "Un gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo" Metafora la cual ha sido en la praxis de las verdaderas Sociedades Democraticas su espinal dorsal, contrario en la República Dominicana, lo cual si se llevará a cabo dicha frase, eso sería su talón de Aquíles. Lamento decir que como dijo un presidente una vez, "Nuestra Constitución es sólo un pedazo de papel", lo cual demuestra que nuestra Ley Sustantiva será sustantivo y no verbo, como han querido que sea las autoridades que nos gobiernan.
ResponderEliminar